lunes, 15 de diciembre de 2008

amhelo_mi identidad docente

Soy licenciada en pedagogía, sin embargo, es importante destacar que la actividad docente, no figuraba dentro de mis planes, por lo menos la relativa al trabajo con adolescentes y del nivel medio superior, mis intereses estaban centrados en el trabajo en algún reclusorio, o bien, en escuelas de educación especial, pero las circunstancias al llegar a vivir al estado de Chiapas, eran completamente distintas a lo que yo hubiera deseado; aunque por fortuna, a la primera escuela que llevé mis documentos, el Cet-mar 24 en Puerto Madero, le intereso mi perfil y fui contratada; originalmente solicite que el trabajo fuera exclusivamente administrativo, justamente en la Oficina de Pedagogía, pero a los pocos meses, por necesidades de la institución, me asignaron horas frente a grupo para cubrir la materia de Taller de Lectura y Redacción y desde ahí, ya son 21 años trabajando con la asignatura, y con otras como: Metodología de la Investigación y Seminario de Tesis, y en el plano administrativo, he pasado por las Oficinas de Orientación Educativa y Pedagogía, los Departamentos de Planeación y Desarrollo Académico y la Subdirección Académica.
Así como hace 21 años estaba convencida de no querer trabajar con adolescentes, hoy por fortuna me siento profundamente orgullosa de estar aquí, pienso que los docentes tenemos una responsabilidad enorme con todos estos jóvenes, no sólo en el aspecto académico, sino en el personal, pues como comente en otro espacio, hoy en día los jóvenes carecen de proyectos que les permitan tener claridad en su futuro y ahí es donde los maestros, con nuestra experiencia, debemos guiarlos, si es que efectivamente deseamos formar seres humanos integrales, útiles a la sociedad.
Sin duda alguna, la mayor satisfacción que he podido tener es ver cómo, a pesar en muchas ocasiones de las condiciones adversas, los muchachos terminan el bachillerato y continúan su formación académica en la universidad o se insertan en el mercado laboral; aunque hay que reconocer que a los maestros de primer semestre, nos toca la tarea ingrata de ser, hasta cierto punto, el filtro para muchos de ellos y los que se quedan no siempre responden a nuestras expectativas, pero cuando egresan ya con mayor madurez y visión de lo que quieren hacer, me llena definitivamente de una enorme satisfacción.
En mi plantel, que está ubicado en un población rural, los muchachos tienen graves problemas de distinta índole, desde los familiares, la violencia, las adicciones y por supuesto los económicos y en no pocas ocasiones los maestros nos hemos tenido que hacer cargo de pagar las inscripciones, los desayunos, el material que los chicos ocupan en las asignaturas, con la única finalidad de que se sientan apoyados y continúen sus estudios.

Eso sin lugar a dudas es una enorme satisfacción. ¿Las insatisfacciones? Es sólo una: la falta de deseo, de los jóvenes, para superar los obstáculos o para tomar con seriedad y ahínco su paso por el bachillerato. Es frustrante escuchar a algunos de mis alumnos decir frases como:
· Estoy aquí porque mi mamá me obliga a venir.
· Si estuviera en otra escuela, sería mejor.
· Mejor vengo a la escuela para no trabajar, cuidar a mis hermanos o ayudarle a mi mamá en la casa.
Finalmente, quiero comentar que me siento afortunada pues mi estancia en este plantel ha contribuido en mi formación profesional, y también en mi crecimiento como ser humano, al permitirme tener una capacitación constante en el plano pedagógico y al tener el contacto constante con tantos jóvenes que de diversas maneras nos nutren y nos permiten ser mejores cada día.

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